1 - El nuevo comienzo

- 8/8/2012 -

              Los comienzos siempre son difíciles. Ellos habían comenzado hace pocas semanas y todavía necesitaban más tiempo. Asami era de allí, japonesa, pero había regresado a Tokyo después de hacia 4 años. La ciudad la estresaba, pero no sus luces o su continuo alboroto sino sus gentes, corriendo detrás de cada metro a pesar de que estos partieran cada tres minutos, intentando impresionar a los demás con sus nuevas prendas y accesorios e ignorando cualquier tipo de felicidad ajena a la material. Sin embargo había algo que de verdad no soportaba, la presión y exigencia que estos ejercían sobre ella. Sus sentimientos la habían hecho sufrir mucho de joven y es por esa razón desde que tuvo edad suficiente ahorraba algo de dinero y escapaba a otros puntos del mundo una temporada , así pasó sus últimos cuatro años en España. Ahora ella estaba nuevamente en Tokyo y esta vez era por que no regresaba sola. Iba a comenzar de nuevo junto a él.

Ivan era Español, nacido en Argentina. Era de los muchos que cuando eran muy jóvenes escaparon junto a su familia de la situación precaria de su país en decadencia, hacia los horizontes de esperanza que solía representar Europa para los latinoamericanos. Con los años su odio hacia el sistema monetario en su totalidad, y la distancia con su tierra natal, le habían quitado todo sentimiento posible de atadura con cualquier trozo de tierra, y no consideraba ya especial ningún lugar en el planeta. Mientras pudiera vivir la vida a su manera allí donde estuviera era más que suficiente. Antes de escoger Japón viajo y trabajó también durante varios años en Londres, Estocolmo y Roma, como un nómada, un cazador de oportunidades, hasta regresar nuevamente a España. La nueva hola de inestabilidad que allí crecía le obligó a buscar un nuevo lugar donde probar suerte. Fue gracias a ella que su nuevo destino acabó siendo Tokyo. Ambos se habían conocido en España, hacia 2 años, cuando ella estudiaba y el saltaba de proyecto en proyecto. Desde aquel entonces habían sido inseparables y en muy pocas ocasiones habían tenido problemas de convivencia. Este historial fue todo lo que necesitaron, además del dinero, para comenzar un nueva vida. Una nueva vida desconocida y emocionante para él y aterradora pero muy diferente en un buen sentido para ella. Un nuevo comienzo en Tokyo.

– ¡Veintitrés días! – Exclamó Ivan al observar el calendario de la pared de la cocina mientras lavaba los platos de la cena. – ¿Me has oído Asachan? –
–¿Qué? ¡No grites! – Respondió desde el piso de arriba donde estaba el cuarto que alquilaban.
– ¡Decía que hace veintitrés días ya que hemos llegado! ¡No hay nadie en la casa, no te preocupes! Me siento como los viejos que dicen que el tiempo pasa muy rápido, pero es que los viejos siempre tienen razón... – Reflexionó para sí dejando el último cuchillo en el fregadero y secándose las manos.– No siempre tienen razón, pero en eso justamente sí que la tienen. –
Asami suspiró contenta y observó la habitación con ternura. El desorden de una pareja joven y energética a quienes les importa muy poco lo que piensen de ellos siempre le provocaba alegría y era por eso que, a pesar de estar en un país que antes representaba sufrimiento para ella, ahora todo era distinto.
Es cierto que no tenían suficiente dinero y que sus comodidades eran mínimas. Por ejemplo ahora mismo estaban compartiendo una casa pequeña junto con tres personas: Un japones que rondaría los cuarenta años llamado Yuuji Kondou al que apodaban "El guardián de la cocina" debido a que la puerta de su habitación daba directamente a ésta y el solía permanecer más tiempo allí mirando los canales de deporte o trabajando con su portátil que en su propia habitación. Un americano homosexual llamado Gary Harrison quien siempre aprovechaba su habitación justo en la entrada de la casa para hacer pequeñas fiestas por la noche con sus amigos y amigas, y por último otro japonés llamado Shinji Osawa del cual no sabían nada, excepto que las pocas veces que dormía en su habitación la cual se encontraba justo al lado de la de ellos en el piso de arriba, no dejaba de toser durante toda la noche.
Esta situación resulta en extremo incongruente con el estilo de vida japones que prima por encima de todo la privacidad, y siempre asombraba a todos los conocidos de ella cuando estos preguntaban curiosos dónde estaban viviendo. Pero incluso con al presión social y el poco espacio Ivan tenía un don para conseguir que ella disfrutara el presente sin dar importancia a las palabras mal intencionadas de los demás o sin dejarse llevar por el "qué dirán", valorando las pequeñas cosas. Gracias a ello su estadía en Nakano Sakaue, Shinjuku, había sido hasta ahora el tiempo más agradable que había pasado en tierra japonesa desde que cursó la escuela primaria.
Asami se acercó a la puerta y habló hacia abajo asomada por la escalera para que él la oyera mejor
– ¿Te apetece que vaya a comprar algo de postre? Puedo ir en un momento ¿Qué tal helado? –
Ivan subió las escaleras y pudo ver su cabecita redonda y pequeña asomando por encima de la barandilla, dejando caer su denso pelo negro y largo por efecto de la gravedad, lo que le provoco una enternecedora sonrisa
– Estaba deseando que me lo dijeras, necesito urgente algo de azúcar en sangre ¿No prefieres que vaya yo? –
Ella le recibió en el final de la escalera con un abrazo y un beso en los labios – No, tranquilo, descansa. Yo vuelvo enseguida. –

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